Es recomendable darse una visita de vez en cuando por los libros, y es que una de las tantas maravillas de la literatura es que no conoce fronteras, en cada rincón del planeta encontramos delicias narrativas que nos llevan a conocer otros universos.
Dentro de la cultura oriental, encontramos al escritor Yasunari Kawabata, quién fue premio nobel en 1968, convirtiéndose en el primer japonés en obtenerlo.
Apreciado en gran medida por transmitir atmósferas y emociones con gran belleza lírica, Kawabata exploraba con frecuencia temas como la naturaleza y la soledad. Todo ello como resultado de sus propias experiencias, debido a que el autor tuvo una infancia trágica, marcada por la muerte de su familia. Su temprana pasión por las letras le permitió ser parte activa en diversos movimientos y revistas.
En 1925 publicó el libro “Diario íntimo de mi decimosexto cumpleaños”, contando con una crítica favorable, pero en definitiva el relato “La Bailarina de Izu”, le otorgó un total prestigio y admiración al sumergirse profundamente en sus personajes femeninos. Y para 1937, llegaría su obra cumbre: “País de nieve”, narrando la relación entre una geisha y un insensible hombre de negocios.
Se pueden encontrar una infinidad de frases que resalten el legado de Yasunari, pero una de las más certeras enuncia que lo que le valió el Nobel al autor fue: “Su pericia narrativa, capaz de expresar la idiosincrasia japonesa con enorme sensibilidad”.