Después de superar al tan temido cáncer la tenista española Carla Suárez ya está en París para disputar el Abierto de Francia dejando atrás 17 meses de inactividad.
La veterana española de 32 años jugará en Roland Garros su primer torneo oficial después una tremenda batalla contra un linfoma de Hodgkin que mermó su físico pero no su voluntad.
La canaria jugó por última vez en el circuito profesional el 25 de febrero del 2020 en el Torneo de y esta ansiosa por conocer a su rival en la primera ronda del cuadro principal del evento que será sorteado el próximo jueves 27 de mayo.
A lo largo de su trayectoria Suárez ha participado 11 veces en el certámen galo y ha llegado dos veces hasta los cuartos de final, en las ediciones del 2008 y del 2014.
Después de superar su terrible enfermedad y con un trayectoria que incluye 2 títulos WTA y también presencias en cuartos de final del Abierto de Australia y del US Open así como una tercera ronda en Río 2016, el nuevo reto profesional y personal de Carla Suárez es hacer un buen torneo en la arcilla de Roland Garros pero sobre todo participar una vez más en unos Juegos Olímpicos, los de Tokio, y entonces sí muy posiblemente ya anunciar su retiro definitivo.
El pasado 22 de abril, hace poco más de un mes, la ibérica comunicaba su alegría a través de sus redes sociales por haber recibido el alta médica y la confirmación de que estaba curada después de combinar sus tratamientos de quimioterapia y radiación con un entrenamiento físico y técnico muy completo y acorde a su circunstancia, del cuál nadie pudo convencerla de renunciar.
Por toda esa historia de vida y de superación la presencia de Carla Suárez en Roland Garros es motivo de alegría y admiración, pero también de curiosidad o hasta de morbo por ver en que condiciones competitivas reales puede llegar la ya histórica raqueta española cuyo resultado en la cancha será en realidad lo de menos.